miércoles, 27 de abril de 2011

Diógenes el Cínico (Ana Muñoz y Laura)

Filósofo griego, nacido en Sinope al rededor del 412 a.C. y muerto en Corinto, en el 323 a.C.
Este hombre fue exiliado y trasladado a Atenas donde se convirtió en un discípulo de Atístenes, el más antiguo pupilo de Sócrates. Diógenes vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una linterna encendida diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Sus únicas pertenencias eran: un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco (hasta que un día vio que un niño bebía el agua que recogía con sus manos y se desprendió de él).

Vivió una vida natural e independiente a los lujos de la sociedad. Según él, la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades.

Algunas anécdotas sobre Diógenes hablan acerca de su comportamiento como el de un perro y sus alabanzas a las virtudes de los perros. Esto tiene su razón de ser en la palabra cínico. Quienes comenzaron a apodar a Diógenes como "el perro" tenían la clara intención de insultarle con un epíteto tradicionalmente despectivo. Pero el paradójico Diógenes halló muy apropiado el calificativo y se enorgulleció de él. Había hecho de la desvergüenza uno de sus distintivos y el emblema del perro le debió de parecer adecuado para defender su conducta. Los motivos por los que se relaciona lo cínico con lo canino son: la indiferencia en la manera de vivir, la impudicia a la hora de hablar o actuar en público, las cualidades de buen guardián para preservar los principios de su filosofía y, finalmente, la facultad de saber distinguir perfectamente los amigos de los enemigos. Diógenes decía irónicamente de sí mismo que, en todo caso, era "un perro de los que reciben elogios, pero con el que ninguno de los que lo alaban quiere salir a cazar". En mitad de un banquete, algunos invitados comenzaron a arrojarle huesos como si se tratara de un perro. Diógenes se les plantó enfrente y comenzó a orinarles encima, tal como hubiera hecho un perro. También le gritaron “perro” mientras comía en el ágora y él profirió: “¡Perros vosotros, que me rondáis mientras como!” Con idéntica dignidad respondió al mismísimo Platón, que le había lanzado el mismo improperio: “Sí, ciertamente soy un perro, pues regreso una y otra vez junto a los que me vendieron”.


DERECHO A LA VIDA (Ana Muñoz y Laura)

"EL DERECHO A LA VIDA"

- ¿Es incompatible la eutanasia con el derecho a la vida?
En este grupo, consideramos que es perfectamente compatible. Una persona que desea dejar de vivir, si tiene razones estables, tiene todo el derecho a elegir lo que hacer. Pongamos por ejemplo una persona con una enfermedad degenerativa y que ve que se está muriendo y su familia está constantemente visitándola y cuidándola, hace, sin querer, que la gente de su alrededor esté atada a ella y a su enfermedad, sufriendo y cohibiéndose a sí mismos de algunos placeres que les da la vida por la incapacidad de dejar sola a esa persona. Si ésta decide que no quiere vivir más, que se está muriendo y está sufriendo por una enfermedad incurable, dolorosa y lenta, es su decisión y nadie puede quitarle el derecho a elegir. Si piensa que con este gesto va a liberar a las personas que se preocupan por ella de este cargo tan grande, negándole esa decisión podría terminar viviendo peor lo que le queda de vida.


- ¿Es incompatible el aborto con el derecho a la vida?

Pensamos que una mujer puede elegir si abortar o no cuando son situaciones extremas, cuando las condiciones en su vida no son las adecuadas para el futuro bebé o si ella tiene la necesidad de hacerlo. Pongamos tres posibles ejemplos:
Una mujer soltera, que se ha quedado embarazada, sin trabajo y sin recursos. No puede criar a un bebé porque no puede casi ni vivir ella misma. Las condiciones en las que viviría este niño serían siempre estar en la calle mientras la madre busca trabajo o comida, incluso ser abandonado por la madre. Lo más prudente sería abortar para no provocar una vida muy mala a un ser vivo.
Otra mujer que está casada, embarazada y han detectado que el feto tiene una malformación. La madre piensa que su bebé va a vivir muy mal con esa diferencia. Si ve que ese niño lo va a pasar muy mal en la vida, tiene todo el derecho de poder abortar para remediar una mala vida.
Una mujer que no quiere quedarse embarazada porque no podría cuidarlo debido a su importante trabajo, a sus labores diarias o a una posible mala forma a la hora de criarlo.

'' En definitiva, normalmente una madre desea que su hijo viva una vida plena, sin problemas y feliz. Hay algunas ocasiones en las que desde el mismo momento en que una mujer queda embarazada, sabe que no le va a poder proporcionar eso a su hijo. Pensamos que debería poder elegir si quiere evitarle ese mal trago a la vida que se está empezando a formar, antes de dejarle vivir una vida en la que el termino vivir no estaría en su pleno significado, o dejarle que viva de esa forma.”