Aunque en la teoría sí, en la práctica seguimos sin ser iguales. Los derechos son quebrantados sin excepción, y no se puede hacer nada para evitarlo. Claro que todos tenemos los mismos derechos, pero no somos iguales. La verdad es que no nos parecemos en nada los unos a los otros. Y esto, se confunde habitualmente con los 'derechos' que nos proporcionan. Ya no hablamos de un negro y un blanco, que se diferencian en el color de su piel, sino blancos y blancos, o negros y negros, que no tienen nada que ver ni en los ideales, ni en la forma de pensar, ni en nada. Entonces, cuando hablamos de igualdad, mezclamos ambas ideas. Ese es uno de los principales problemas en cuanto a ejercer los derechos, tanto en empresarios de pequeñas tiendas en los pueblos como en los empresarios de grandes fábricas en el extranjero; mezclamos la igualdad de los ideales y la de la forma de pensar con la igualdad del derecho a unos estudios primarios, o el mero derecho al respeto.
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